La anisocoria es una condición ocular que hace que las pupilas de un individuo sean de diferentes tamaños. La pupila es el área de color negro en el centro del iris, la parte coloreada del ojo. La pupila permite que la luz entre a la retina (el tejido sensible a la luz en la arte posterior del ojo).
La anisocoria es generalmente una condición que no tiene ningún efecto sobre la salud general de los ojos. A esta condición, la cuál es relativamente común, se le llama anisocoria fisiológica, y se presenta en una de cinco personas con algún grado de diferencia en el tamaño de sus pupilas. Sin embargo, la anisocoria puede ser también un síntoma de un trastorno ocular grave, incluyendo una parálisis del tercer nervio craneal (III par craneal) y el síndrome de Horner. Ambos son trastornos del sistema nervioso que pueden ocurrir cuando los nervios que viajan hacia el ojo son dañados por derrame cerebrovascular, un tumor o trauma. La anisocoria puede también resultar de una infección viral, sífilis, un daño quirúrgico, y/u otra condición que afecta a la pupila llamada síndrome de Adie o “pupila tónica de Adie.”
Ambliopía en niños y adultos
Los recién nacidos tienen la facultad de poder ver, pero a medida que usan sus ojos durante los primeros meses de vida, su visión mejora. Durante los años de la primera infancia, el sistema visual cambia rápidamente y la vista continua desarrollándose.
Para tener una visión normal, es importante que ambos ojos desarrollen una visión igual. Si un niño tiene ambliopía y no puede usar sus ojos normalmente, la visión no se desarrolla adecuadamente y puede inclusive disminuirse. Después de los primeros nueve años de vida, el sistema visual suele estar completamente desarrollado y por lo general, no puede cambiar.
Si el tratamiento de ambliopía no se inicia tan pronto como sea posible, se pueden desarrollar varios problemas que pueden afectar seriamente la transición de la visión entre la infancia y la edad adulta:
- Un ojo ambliópico puede desarrollar un daño visual serio y permanente;
- La percepción de profundidad (la facultad de ver en tres dimensiones) se puede perder, ya que para esto es necesario tener una buena visión en ambos ojos;
- Si el ojo sano se enferma o es lesionado, esto puede significar tener una mala visión de por vida.
Las personas con ambliopía en un ojo tienen más del doble de probabilidad de perder visión en su ojo sano debido a trauma. Si la visión en un ojo se pierde por causa de un accidente o enfermedad, es esencial que el otro ojo tenga una visión normal.
Otra razón importante para asegurarse de que la ambliopía sea detectada y tratada tan pronto como sea posible en la infancia, es que las personas con buena visión en un ojo solamente pueden encontrar limitaciones en el tipo de actividades que puedan desempeñar.
Su oftalmólogo puede enseñarle cómo es tratada la ambliopía, y puede ayudarle a usted y a su hijo(a) a llevar a cabo el tratamiento exitosamente.
¿Qué es la ambliopía refractiva (o anisometrópica)?
La refracción ocurre cuando el ojo enfoca la luz sobre la retina para formar una imagen visual. Un error refractivo se produce cuando la luz no está apropiadamente enfocada en el ojo y la visión es borrosa. Cuando un niño tiene ambliopía refractiva o anisometrópica, esto significa que él o ella tienen una cantidad diferente de error refractivo en cada ojo. Cuando esto sucede, el cerebro utiliza el ojo con mejor visión y, esencialmente, “apaga” la visión del ojo más débil. Inicialmente, unos anteojos pueden ayudar a corregir el error de refracción en ambos ojos, para que puedan trabajar juntos por igual. Posteriormente, la ambliopía se puede tratar más a fondo para ayudar a mejorar la visión y la percepción de la profundidad.